Las estadísticas nos muestran que en nuestra sociedad una de cada 100 jóvenes sufre anorexia nerviosa y dos de cada cien bulimia nerviosa. Este dato se convierte en escalofriante cuando pensamos en las graves consecuencias, tanto físicas como psicológicas, que pueden acarrear estos trastornos.
En este artículo queremos acercar los síntomas vinculados a ambos para que sean detectables por los allegados de las personas que sufren anorexia y/o bulimia o por ellos mismos. Así, será posible detectarlas cuanto antes y comenzar con su tratamiento.
Los cuadros en los que se enmarcan ambas enfermedades son muy complejos y deben ser estudiados de forma personalizada, como veíamos en el artículo sobre la psicoterapia desde un Enfoque Modular Transformacional, que se basa en un estudio en profundidad del cuadro clínico para posteriormente definir los objetivos terapéuticos y las estrategias de trabajo.
También tenemos que tener en cuenta que la edad de aparición se está adelantando a la preadolescencia, así podemos encontrar síntomas de anorexia/bulimia en niñas de hasta 9 años. Además, los chicos también pueden padecer anorexia y/o bulimia, aunque la incidencia en ellos sea menor.
Tanto la anorexia como la bulimia no se pueden identificar con «algo que ya pasará», «está raro o rara porque la adolescencia es difícil»… porque son problemas de salud muy graves con un alto riesgo de cronificación. Por lo tanto, vamos a aprender a detectarlas, para afrontarlas como lo que son, enfermedades graves, cuanto antes.
Pero antes de nada, hay que tener en cuenta que hay personas que a lo largo del desarrollo de la enfermedad pueden padecer claros síntomas de anorexia, y en otros periodos de su evolución, claros síntomas de bulimia.
Puesto que comparten la misma psicopatología, un gran grupo de pacientes puede padecer en principio un trastorno de tipo anorexia nerviosa y en un plazo de tiempo evolucionar a padecer conductas bulímicas prioritarias (atracón/purga), amplias oscilaciones de peso y variadas expresiones de síntomas emocionales.
Así mismo, puede suceder la secuencia contraria en otras personas. Es por ello que el concepto Trastorno de Conducta Alimentaria como espectro de síntomas que evolucionan en cada persona a lo largo del tiempo, resulta más próximo a la realidad clínica.
Síntomas que pueden decirnos que padecemos o alguien de nuestro entorno padece anorexia nerviosa
Para aceptar que tenemos un trastorno alimentario, primero tenemos que detectar sus síntomas; son los que nos dirán que algo no va bien. Hay que tener en cuenta que no es preciso tener todos estos síntomas para igualmente padecer la enfermedad.
En general, la anorexia se relaciona con el rechazo a mantener un peso corporal normal, un terror a engordar y una imagen corporal distorsionada. A la persona con anorexia, el espejo le transmite una imagen no real de su propio cuerpo.
En muchos de los casos la anorexia comienza con una dieta para perder peso.
Una vez que se llega al peso objetivo, seguir bajando de peso se convierte en un reto y en el centro de tu vida. Todo pasa a segundo plano, incluso tu salud o las relaciones con tus seres queridos.
Síntomas de comportamiento
- Restricción de la comida, de alimentos que «engordan» y cálculo constante de las calorías ingeridas.
- Disminución o restricción de la ingesta de líquidos.
- Algunos pacientes, además de restringir, usan conductas de purga para controlar el bajo peso (diuréticos, ejercicio compulsivo, laxantes, etc.)
- Pesarse continuamente.
- Nerviosismo ante la presencia de comida y preferencia por comer en solitario.
- Visita de páginas web que fomentan la delgadez extrema.
- Frecuente utilización de la mentira.
- Cambios en las horas de estudio, pueden ser de aumento o disminución de las mismas.
- Disminución de las horas de sueño.
- Autolesiones y castigos autoimpuestos.
- Aislamiento social.
Síntomas mentales
- Miedo atroz a subir de peso.
- Negación o justificación de la enfermedad.
- Dificultad de concentración.
- Desinterés por actividades que anteriormente te atraían.
- Síntomas depresivos y/o obsesivos.
Síntomas endocrinos metabólicos
- Alteración de hormonas femeninas.
- Alteración de hormonas del crecimiento.
- Alteración de hormonas tiroideas, etc.
Todo lo anterior implica una amplia y variada expresión de síntomas: no aparición del ciclo menstrual, alteración del crecimiento en estatura, alteración del desarrollo genital, alteración del deseo sexual y la fertilidad, alteración de piel, cabello y uñas o alteración de temperatura corporal.
Síntomas vinculados a la bulimia nerviosa
Al igual que en la anorexia, cuando una persona padece bulimia tiene una preocupación excesiva por el control de peso, pero en este caso, el peso no tiene porqué ser solo muy bajo, de hecho, se observan también casos de bulimia en personas con peso normal y sobrepeso.
Así, se caracteriza por una preocupación continua por la comida con deseos irresistibles de comer, por lo que la persona acaba sucumbiendo y aparece episodios de atracón (ingesta de grandes cantidades de comida en muy breve espacio de tiempo), seguidos por sentimientos de culpabilidad, que normalmente acaban en conductas purgativas extremas (provocación del vómito, uso inadecuado de laxantes, hormonas tiroideas, quema grasas, supresores del apetito, periodos de ayuno o realización de ejercicio excesivo, etc.), para intentar mitigar el aumento de peso producido por la ingesta de comida excesiva previa.
Esto es importante porque normalmente vinculamos la bulimia únicamente con el vómito, y sin embargo, no se tiene que dar en todos los casos, pues como se ha señalado, las posibles conductas de purga son muy variadas y todas ellas pueden generar graves problemas para la salud: estreñimiento severo, arritmias cardiacas, debilidad muscular, crisis epiléptica, desgarro esofágico, entre otras muchas.
Síntomas de comportamiento
- Acumulación de alimentos.
- Consecución de estos a toda costa, incluso robando.
- Faltas a clase o en el trabajo.
- Disminución del rendimiento escolar o laboral.
- Ejercicio excesivo.
Síntomas mentales
- Miedo patológico a engordar que lleva a fijar un estricto dintel de peso, muy inferior al previo o sano para esa persona.
- Pavor y rechazo a la gordura y flacidez corporal.
Además se acompaña de:
- Ocultamiento de la enfermedad.
- Trastorno severo de la imagen corporal.
- Baja autoestima.
- Cambios bruscos de humor.
- Síntomas depresivos.
¿Cómo actuar si detectas los síntomas en un allegado?
La prontitud en el tratamiento es uno de los factores más importantes para mejorar el pronóstico.
En estas enfermedades a veces es complicado, porque los pacientes las suelen ocultar en los momentos iniciales, tanto a los demás como a ellos mismos, por eso, el papel de los allegados es fundamental en la detección de los síntomas.
Antes de nada, tienes que tener cuenta que no se trata de una opción voluntaria que ha tomado la persona que sufre el trastorno, no es algo que puedas subestimar y controlar diciendo frases como «si no estás gorda» o «esto te ocurre porque no tienes nada mejor en qué pensar». Se trata de una enfermedad grave, y sólo interiorizándolo podrás acercarte a la persona afectada.
Por lo tanto, hay que mantener la calma y buscar un momento propicio en el que intentar conversar. Escucharle de forma activa y mostrarle tu preocupación y voluntad para ayudarle. Sin criticarle ni exponerle a una situación en la que se pueda sentir atacado, porque así puede cerrarse en banda.
Ten presente que negar la enfermedad puede ser un síntoma de esta, y que por mucho que le fuerces a que la asuma puede no llegar a hacerlo. Así, como familiar o amigo tu misión será ofrecerle información y las vías de solución, principalmente buscar ayuda profesional.
De entrada puedes no sabes cómo afrontarlo, es normal, no te agobies y también busca ayuda, los profesionales te asesoraremos y te daremos las indicaciones necesarias para que adquieras confianza y aprendas a afrontar la situación.